lunes, julio 10, 2006

 

La salivina

Queremos tener turistas en Asturias y empezamos la casa por el tejado: Por querer vender paisaje, que es lo guapo, y sin darnos cuenta de que falta lo imprescindible: educación, y por supuesto higiene. Vas a una carnicería y chavales con gorrito, supongo que puesto para adornar, te sirven los filetes, y luego, con las mismas manos, te cortan el jamón de York. Sí, con las manos de sangre, y en el mejor de los casos se limpian con un trapín seco porque no conozco ninguna carnicería de Oviedo donde los empleados tengan un grifo para lavarse después de cortar la carne sangrante.

¿Me dices que en tu tienda uno te corta la carne y otro distinto te pone la charcutería? Vale, suerte que tienes pero, ¿el charcutero te cobra? Con las manos pecadoras del dinero muchos te cortan el pavo cocido que te comerás crudito con bacterias y todo.

Si en tu tienda todo eso está superado y hay higiene te pregunto ¿superan tus carniceros la prueba de la bolsita? Me refiero a esas bolsas finitas que no hay quien abra y que el diligente empleado consigue franquear a base de dedito, lengüecita y salivita. Piénsatelo.

Y es que la costumbre de la 'llambida' está extendidísima. Yo la veo en todos los sitios. Siempre hay un chavalín o una moza, un vieyo o una paisana, que se ayudan con el dedín mojado para mil y una labores. Si les dices algo eres un o una "repunante"; si no les dices nada te mueres de asco.

Que sí, que sí, piensa un poco, por ejemplo, en el taxista. Si tiene que devolverte billetes, o hacerte una factura, diligente se lleva el dedín a la boca, impregna el miembro y lo lleva al fajo de papeles. A veces quisieras ser millonario sólo por decirle, deje, deje, y poder renunciar guapamente a esos dos billetes de cinco euros, por ejemplo, y con ello también a esa humedad que sabe Dios que gérmenes contiene.

Oyes lo de los certificados de calidad de las empresas y miras estas escenas y te das cuenta del abismo que existe entre lo que queremos copiar ni se sabe de dónde, y nuestra realidad casi analfabeta. Al menos, de cero en higiene. Mocina con gorrita te sirve el pan en un supermercado de esos que conoce todo el mundo. Te lo mete en una bolsa de papel. Vaya por Dios, es una baguette y un buen trozo de la barra asoma por arriba. No importa, porque lo del papel es un trámite, no algo en lo que la gente cree, algo que se precisa por higiene, sino quizás por ponerle un toque de modernidad al asunto. Así que la mitad de la barra desnuda se coloca en la cinta de la caja y camina por allí, por donde antes estuvieron productos que estaban en el suelo, donde se posa el dinero y miles de caquitas, y la cajerina, manos también al aire, que han estado cobrando y devolvierndo dinero toda la mañana, coge el cuernin, arrastra la barra para que se lea el código pegado al escaso papel y luego coge la bolsina, la despega con salero de las otras con ese dedín mojado y mete allí la barrina, y tu te la llevas a casa con todos los añadidos. Si viene la gripe aviaria no nos salva ni la Caridad.

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